En el periodo 1985-2002 las nuevas tecnologías de la información y la comunicación (TIC) en España han contribuido anualmente al 15,26% del crecimiento económico español y al 65,74% del avance de la productividad del trabajo, según los resultados del libro Las nuevas tecnologías y el crecimiento económico en España, el último estudio del Ivie que ha presentado la Fundación BBVA.
Si las nuevas tecnologías hubiesen sido utilizadas a pleno rendimiento, la tasa anual de crecimiento del PIB en España hubiese sido superior en 1,8 puntos porcentuales en el mismo periodo (el 5,14% en lugar del 3,3%) y la productividad del trabajo hubiese crecido anualmente un 2,4% en lugar del 0,6%.
El estudio, dirigido por los profesores de la Universidad de Valencia e investigadores del Ivie Matilde Mas y Javier Quesada, mide por primera vez en nuestro país la contribución de las nuevas tecnologías al crecimiento económico y de la productividad. Para ello, los autores se han apoyado en la información que proporcionan las nuevas series de inversión y stock de capital de la Fundación BBVA y el Ivie, que también fueron presentadas recientemente. Estas series están elaboradas con una nueva metodología de estimación del stock y los servicios del capital, adoptada precisamente como consecuencia de la revolución tecnológica.
La obra hace uso también de fuentes adicionales que permiten abarcar un amplio espectro de cuestiones que acompañan a la revolución de las TIC, así como la comparación internacional. El estudio ofrece, además, un elevado detalle sectorial en sus resultados de gran riqueza informativa.
INFLUENCIA MODESTA PERO CRECIENTE
La influencia de las TIC no ha hecho más que comenzar y su verdadera capacidad se manifestará gradualmente, con el desarrollo de las innumerables aplicaciones que permiten. La economía española ha realizado un gran esfuerzo en la acumulación de capital. Las dotaciones de capital total (excluido el residencial) han crecido a un ritmo del 5% anual, y las de capital TIC a tasas superiores al 10% en los últimos años. También ha conseguido crear empleo a ritmos importantes. Sin embargo, aunque el esfuerzo en ambos frentes -acumulación de capital, en especial capital TIC, y creación de empleo- ha sido intenso, la productividad ha avanzado a ritmos muy lentos en los últimos años, si bien se observan indicios de un ligero repunte desde el año 2000, al menos en el sector industrial.
A lo largo de la obra se analizan distintos aspectos que pueden explicar este comportamiento. En primer lugar, España no ha desarrollado un gran sector productor de TIC. La participación del valor añadido de los sectores TIC en el valor añadido total del sector privado se situó en España, en el año 2001, en el 8,1%, cifra inferior al 8,6% de la UE-14 y al 9,6% del conjunto de los veinticinco países que integran actualmente la OCDE. Nuestro país se encuentra todavía en lugares atrasados, aunque mejorando posiciones respecto a 1995.
EL RETRASO EN EL USO DE LAS NUEVAS TECNOLOGÍAS
Como país usuario de bienes TIC, el grado de penetración en la economía española todavía se encuentra a distancia de los países más avanzados. Varias razones pueden explicar el retraso relativo en el uso de las nuevas tecnologías, según explica el estudio de la Fundación BBVA-Ivie. Su rápida difusión en la sociedad, propiciada por la fortísima caída de los precios, especialmente de los ordenadores, se produjo sin que existiera una población y un tejido empresarial preparados para asimilar las nuevas técnicas.
España accedió más tarde que el resto de los países desarrollados a la generalización de la educación obligatoria; este hecho es de singular importancia, ya que implica que un porcentaje elevado de adultos no se benefició de una educación formal mínima necesaria para iniciarse, en ese momento o posteriormente, en el manejo de las TIC.
Otro motivo del retraso está asociado a una estructura productiva que todavía se encuentra dominada por las pequeñas y medianas empresas, con un peso importante de actividades tradicionales de bajo valor añadido.
EL CAPITAL HUMANO
Las importantes mejoras que se han producido en la composición por niveles educativos de los ocupados en los últimos años tampoco parecen estar ofreciendo los frutos deseables en el uso de las TIC, y ello fundamentalmente por tres razones: la existencia de un problema de sobrecualificación de los recursos humanos en algunos puestos de trabajo, la falta de preparación del profesorado en nuevas tecnologías y los empleos de baja calidad o precarios, que impiden la formación de capital humano específico.
El libro concluye que en el futuro la economía española debería tratar de conciliar la creación de empleo de los últimos años con la intensificación del avance de la productividad. Las nuevas tecnologías constituyen una herramienta fundamental para lograr esto último, por su papel en la especialización en actividades que generan valor, como garantía del crecimiento sostenido.